sábado, 26 de febrero de 2011

Complejo nacional

Creo que ya lo dije en un post anterior, pero vivir en el extranjero te da una perspectiva diferente acerca de las cosas que suceden en tu país de origen. Ya hace unos días, al leer las crónicas de la gala de los premios Goya, un dato común en todas ellas me llevó a empezar a escribir un post y hoy unas declaraciones de Fernando Trueba me han animado a terminarlo. El dato común se llama "complejo de inferioridad", y rápidamente han pasado por mi mente un montón de ejemplos de este, digamos, fenómeno de alteración de la realidad típico de nuestro país.

¿Por qué complejo de inferioridad? A ver, reconozco que una alfombra roja con publicidad de lotería no destila precisamente glamour, pero vamos, la gente que la pisó iba muy guapa en general, el teatro Real es un escenario maravilloso y digno de la magnitud del evento y la verdad es que, siendo objetivos, la de los Goya no tiene nada que envidiar a otras galas de entrega de premios de cine europeas. Pero ¿qué hace la prensa nacional? ¿Cuál es su reflexión final? "No son los Oscar".

¡Por supuesto que no son los Oscar! Y probablemente la gala de los Goya no tiene ni una décima parte del presupuesto de la de los Oscar, ni las películas que concursan a los Goya poseen la centésima parte del presupuesto de muchas de las películas que optan a los Oscar. Los Goya son los Goya y como tal habría que juzgarlos. Las comparaciones son odiosas y en este caso, además, son innecesarias.

Pero como ha dicho el mismísimo Fernando Trueba hoy en La Vanguardia, "los españoles siempre tiramos pedradas a lo que hacemos" (http://bit.ly/gwbxAh).

Totalmente de acuerdo: una actitud típicamente nuestra es proclamar que los demás siempre lo hacen mejor que uno, y si resulta que es cierto y realmente lo hacen mejor, entonces criticarles ferozmente: que si es un enchufao, que si se acuesta con tal, que si tuviera yo la pasta que él tiene también me haría emprendedor… Parece que es más fácil tirar por tierra los méritos ajenos que aprender de ellos. El mundo del cine y del deporte está lleno de ejemplos: sin ir más lejos, parece que la gente está más preocupada en saber el nombre del hijo de Javier Bardem y Penélope Cruz que en ver la película mexicana por la que un intérprete de habla hispana ha sido nominado para el Oscar al mejor actor. (Por cierto, a quien pueda interesar, medios americanos dijeron que el bebé se llama Leo antes de que lo soltase Santiago Segura. Ahí queda eso).

Bardem ha recibido palabras de elogio pero también críticas feroces que ningunean vilmente el derecho al respeto profesional que se ha ganado a fuerza de trabajar. ¿A quién le importa si el tío en su vida privada es A, B, X o Z? ¿Acaso quien le acusa de arrogante le conoce personalmente? Lo único que conocemos la mayoría es su trabajo, y si debemos juzgarle es por eso. Y lo mismo puede aplicarse a gente de otros campos profesionales, como por ejemplo el deporte o la ciencia. ¡Si es que parece que nos joda que les vaya bien!

Pero volvamos al complejo de inferioridad. De acuerdo: la economía no está para tirar cohetes, tenemos una cifra espantosa de paro y no parece que la cosa se vaya a arreglar a corto plazo, pero es que si no nos movemos seguro que no se arregla, y no podemos esperar permanentemente a que "desde arriba" nos solucionen la vida. Pero a pesar de eso, nos sobran razones para el optimismo y para llevar la cabeza bien alta. Si no se os ocurre ninguna, aquí os suelto una cuantas:

Los mapas genéticos tan populares hoy no serían posibles sin las investigaciones de Severo Ochoa, asturiano, ni por supuesto el estudio del genoma humano. Somos el sexto país en número de galardonados (empatados con Italia y Suecia) con el Nobel de Literatura. Tenemos el mejor equipo del fútbol del mundo, el mejor cocinero del mundo (Ferran Adrià según The New York Times, que sabe mucho de estas cosas), una gastronomia que te mueres y unos vinos para acompañarla mundialmente reconocidos.

En fin, ¡que cada uno encuentre sus razones! Que una se levanta optimista todos los días pero a estas horas de la noche las fuerzas flaquean. Dulces sueños a todos.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El éxito como excepción

Ricardo Vaca, presidente de Barlovento Comunicación, habla del "efecto desgaste" como uno de los factores determinantes para la caída del programa de TV Operación Triunfo. Dice textualmente: "Después de ocho temporadas es natural que se debilite; le ocurre a todos los programas salvo raras excepciones", y subraya: "El éxito en televisión es una excepción".

Pero yo creo que no sólo en televisión. El éxito, en general, es una excepción y como tal habría que tomarlo. Si se consigue, hay que relativizarlo porque puede que se trate simplemente de una situación temporal. ¿Acaso no dicen que todo lo que sube, baja?

Un éxito puede ser un fracaso -y al revés- dependiendo de cómo lo mires. Y al final, el tiempo da a las cosas su justa importancia. La vida nos da ejemplos todos los días.

jueves, 10 de febrero de 2011

El mundo al revés

Domingo 6 de febrero de 2011. Egipto está patas arriba con una revolución que puede cambiar el curso de la historia (si otros países árabes se suman a su lucha) y El País Semanal, la revista dominical del diario El País, no dice ni mu. Eso sí, Sofía Loren está estupenda en la portada.

En cambio, la revista ¡Hola!, líder de la prensa rosa en España, publica una página sobre el tema. ¿Es o no es el mundo al revés?

He trabajado en un dominical y sé que hay que cerrar los contenidos con -a veces- semanas de antelación para llegar a tiempo a los quioscos, y también sé que los anunciantes pagan por salir en unas fechas concretas junto a unos temas concretos; pero digo yo que a veces, sólo a veces, es necesario reaccionar y poner en portada lo que toca y cuando toca.

domingo, 6 de febrero de 2011

Medios de pago en internet

El último producto de la factoría mediática de Rupert Murdoch tiene un presupuesto de 30 millones de dólares y se llama "The Daily": un periódico digital, desvinculado de la web, exclusivo para iPad y dirigido al lector joven. Sus argumentos de venta son que posee la calidad de una revista pero sale a diario como un periódico y se actualiza en tiempo real como una web.

El lanzamiento de "The Daily" hace que me pregunte dos cosas: ¿Marca el camino a seguir? ¿Seguirán los ebooks el mismo camino?

Y también me provoca la siguiente reflexión:

El frutero cobra por vendernos fruta. El zapatero por vendernos zapatos. La entidad de transporte de turno nos obliga a pagar por utilizar el transporte público. Nuestro proveedor de internet no nos perdona ningún recibo para darnos acceso a la red.

Un periodista tiene que ir a buscar la noticia, documentarse, redactar. ¿Por qué no deberíamos pagar por leer su trabajo? Si nadie discute el precio de un periódico en papel, ¿por qué se discute el precio del mismo periódico online? De acuerdo, no hay impresión ni distribución, pero hay mucha gente detrás que trabaja igual o más para mantenerlo actualizado. "The Daily" se venderá por 0,99 dólares y en ese precio, según Murdoch, han eliminado los gastos de impresión y distribución que se cargan en un periódico en soporte papel (el NY Times en papel, por ejemplo, cuesta 1,50 dólares).

No soy partidaria del "todo gratis" en internet. En el caso de los medios, creo que si pagamos por lo que queremos leer, leeremos lo que queramos.